Giovani Galguera Díaz
La importancia del petróleo ha sido trascendental en el contexto internacional, principalmente desde la segunda mitad del siglo XIX. Fue William Drake a quien se le atribuyó el primer hallazgo de petróleo con fines comerciales mediante la perforación de un pozo, hecho que ocurrió en 1859 en Titusville, Pennsylvania (Estados Unidos). La perforación llegó a más de 20 metros de profundidad. Al principio, el producto sirvió como fuente de iluminación, pues éste sustituyó al aceite de ballena empleado en aquella época como combustible en las lámparas [1]. Con el transcurso del tiempo, los inventos fueron mejorando las herramientas que permitieron aprovechar más el recurso. Por ejemplo, fue hasta 1895, con la aparición de los primeros automóviles, que se necesitó la gasolina, ese nuevo combustible que en los años posteriores se consumiría en grandes cantidades. En vísperas de la Primera Guerra Mundial, antes de 1914, ya existían en el mundo más de un millón de vehículos que usaban gasolina [2].
La transformación de la revolución tecnológica que se comenzó a consolidar desde la segunda Guerra Mundial demandó la incesante, y hasta hoy en día, exploración, explotación y consumo sin medida de este recurso natural. Sin embargo, esa demanda ha impactado fuertemente el entorno en el que vivimos. A pesar de que los efectos son devastadores para la naturaleza y la supervivencia del ser humano por el uso excesivo de combustibles, en un mundo en el que interactúan más de 6 mil 500 millones de habitantes; los gobiernos, industrias y la mayor parte de personas omiten o prefieren no pensar en las consecuencias que traería un desastre mundial.
Según los últimos estudios, las reservas mundiales de petróleo están probadas por lo menos para los próximos 40 años, lo que equivale a una cifra aproximada de entre 970 y 1003 billones de barriles de petróleo, los cuales una vez liberados en la atmósfera equivaldrían a cuatro billones de toneladas de bióxido de carbono (CO2), que se sumarian a las 175 mil millones de toneladas que han sido arrojadas desde el inicio de la revolución industrial. Para los científicos este hecho apunta a que cada año se agregan a la atmósfera 6 mil millones de toneladas de CO2, lo que equivale a un ritmo 14 mil veces más rápido al de los procesos naturales. En consecuencia, este hecho puede darnos una clara idea de los cambios y comportamientos de nuestro planeta que hemos presenciado durante las últimas décadas. Cambio climático, sequías, huracanes de gran intensidad, cambios bruscos de temperatura, reducción de la capa de ozono, pero sobre todo el derretimiento de los polos que trae consigo una cadena inmensa de desastres ecológicos que ya están perjudicando drásticamente a la humanidad.
Sin embargo, la situación empeora diariamente cada vez más, como lo demuestra el perturbador anuncio hecho por científicos del Centro Nacional de Datos de Hielo y Nieve de los Estados Unidos, que han pronosticado el primer verano de que se tenga noticia en el polo norte sin nieve para este 2008. Apenas dos años atrás, los científicos esperaban que esta alarmante situación se produjera hasta el 2040.
La situación puede parecer no ser tan alarmante, pero en realidad si lo es. El uso excesivo de hidrocarburos es un enemigo mortal y ha perjudicado silenciosamente a nuestro planeta. Pero, ¿es el petróleo, o nosotros los principales enemigos de la tierra? Al parecer somos los seres humanos quienes guardamos silencio ante tal magnitud, pues quizás la globalización y el codiciado estilo de vida que tienen los países en desarrollo y sobre todo los desarrollados, han sido las causas principales por las que el ser humano se ha cegado y ha hecho caso omiso a lo que enfrentará al seguir dañando su entorno natural.
Es claro que el descubrimiento y uso del petróleo ayudó al desarrollo y a la transformación de millones de personas en el mundo. Sin embargo, las cosas han cambiado y hoy ese acontecimiento es una amenaza para la humanidad y para todo ser viviente en el planeta. Ante esta situación es considerable hacer una pregunta ¿estamos dispuestos a seguir utilizando el petróleo y enfrentar mas consecuencias a futuro? La respuesta da únicamente dos alternativas: supervivencia o destrucción.
Existen alternativas viables para hacer frente al problema, lo que falta es voluntad para hacerlo. Sin embargo, eso tendría un alto costo para todos aquellos países fuertemente industrializados. No es fácil, y mucho menos al pensar en la gran dependencia e importancia que tienen las economías energéticas como base primordial de su poder y posición en el sistema internacional. Pero no todo es para siempre, por lo que tarde o temprano conforme la demanda incremente, el producto escaseará y se tendrá que recurrir urgentemente a otras alternativas. Por ello, la energía solar, la energía eólica, la energía cinética, la energía mareomotriz, entre otras, podrán ser una eficaz solución para evitar catástrofes a escalas mundiales.
La transformación de la revolución tecnológica que se comenzó a consolidar desde la segunda Guerra Mundial demandó la incesante, y hasta hoy en día, exploración, explotación y consumo sin medida de este recurso natural. Sin embargo, esa demanda ha impactado fuertemente el entorno en el que vivimos. A pesar de que los efectos son devastadores para la naturaleza y la supervivencia del ser humano por el uso excesivo de combustibles, en un mundo en el que interactúan más de 6 mil 500 millones de habitantes; los gobiernos, industrias y la mayor parte de personas omiten o prefieren no pensar en las consecuencias que traería un desastre mundial.
Según los últimos estudios, las reservas mundiales de petróleo están probadas por lo menos para los próximos 40 años, lo que equivale a una cifra aproximada de entre 970 y 1003 billones de barriles de petróleo, los cuales una vez liberados en la atmósfera equivaldrían a cuatro billones de toneladas de bióxido de carbono (CO2), que se sumarian a las 175 mil millones de toneladas que han sido arrojadas desde el inicio de la revolución industrial. Para los científicos este hecho apunta a que cada año se agregan a la atmósfera 6 mil millones de toneladas de CO2, lo que equivale a un ritmo 14 mil veces más rápido al de los procesos naturales. En consecuencia, este hecho puede darnos una clara idea de los cambios y comportamientos de nuestro planeta que hemos presenciado durante las últimas décadas. Cambio climático, sequías, huracanes de gran intensidad, cambios bruscos de temperatura, reducción de la capa de ozono, pero sobre todo el derretimiento de los polos que trae consigo una cadena inmensa de desastres ecológicos que ya están perjudicando drásticamente a la humanidad.
Sin embargo, la situación empeora diariamente cada vez más, como lo demuestra el perturbador anuncio hecho por científicos del Centro Nacional de Datos de Hielo y Nieve de los Estados Unidos, que han pronosticado el primer verano de que se tenga noticia en el polo norte sin nieve para este 2008. Apenas dos años atrás, los científicos esperaban que esta alarmante situación se produjera hasta el 2040.
La situación puede parecer no ser tan alarmante, pero en realidad si lo es. El uso excesivo de hidrocarburos es un enemigo mortal y ha perjudicado silenciosamente a nuestro planeta. Pero, ¿es el petróleo, o nosotros los principales enemigos de la tierra? Al parecer somos los seres humanos quienes guardamos silencio ante tal magnitud, pues quizás la globalización y el codiciado estilo de vida que tienen los países en desarrollo y sobre todo los desarrollados, han sido las causas principales por las que el ser humano se ha cegado y ha hecho caso omiso a lo que enfrentará al seguir dañando su entorno natural.
Es claro que el descubrimiento y uso del petróleo ayudó al desarrollo y a la transformación de millones de personas en el mundo. Sin embargo, las cosas han cambiado y hoy ese acontecimiento es una amenaza para la humanidad y para todo ser viviente en el planeta. Ante esta situación es considerable hacer una pregunta ¿estamos dispuestos a seguir utilizando el petróleo y enfrentar mas consecuencias a futuro? La respuesta da únicamente dos alternativas: supervivencia o destrucción.
Existen alternativas viables para hacer frente al problema, lo que falta es voluntad para hacerlo. Sin embargo, eso tendría un alto costo para todos aquellos países fuertemente industrializados. No es fácil, y mucho menos al pensar en la gran dependencia e importancia que tienen las economías energéticas como base primordial de su poder y posición en el sistema internacional. Pero no todo es para siempre, por lo que tarde o temprano conforme la demanda incremente, el producto escaseará y se tendrá que recurrir urgentemente a otras alternativas. Por ello, la energía solar, la energía eólica, la energía cinética, la energía mareomotriz, entre otras, podrán ser una eficaz solución para evitar catástrofes a escalas mundiales.
1-2] LA CIENCIA PARA TODOS. PETROQUIMICA Y SOCIEDAD
No hay comentarios:
Publicar un comentario