El cincuentenario Octaviano Robles cumplió con la promesa recordar a su amiga Vicky Galán
El día del reto llegó y con él la oportunidad de Octaviano Robles Cruz de pasar a la inmortalidad en la historia del atletismo oaxaqueño de la mano de su amiga y compañera Vicky Galán Rodríguez (Q.E.P.D).
Fueron ocho horas con 44 minutos de sudor, lágrimas, esfuerzo, dolor y sufrimiento; de amor propio y de valor inspirado por el recuerdo de Vicky, la presencia de su hija menor, el apoyo de las mayores, la motivación de los amigos y el honor de sus compañeros de trabajo, antes de lograr el objetivo: recorrer 100 kilómetros.
Eran las 4:00 horas de ayer cuando el promotor pochutleco Eliézer Valdés Ramírez accionó el arma con la que, junto a la corredora María Juana Asunción Chávez, realizó el disparo de salida para el ultramaratonista quien, nervioso, se dispuso a surcar el trayecto prometido en memoria de su entrañable colega.
Cuando en el cielo reinaba aún la obscuridad, el atleta se enfiló hacia Tlacolula de Matamoros, en compañía de Carlos Meneses Concha; minutos más tarde, en la desviación a Tlalixtac, hicieron acto de presencia Heladio Mora y Ariel Ramírez Jiménez, quienes montados en bicicleta siguieron fielmente los pasos del maratonista.
Detrás de él una caravana de autos, en la que amigos y familiares siguieron de cerca las históricas acciones. Marco Antonio Aguilar Montesinos, atleta y promotor deportivo, hizo esporádicas apariciones integrándose al contingente en carrera pedestre. El resto del camino lo realizó en coche, pendiente del estado físico de Robles Cruz, también Juana Asunción y Soledad Aspeitia, quienes desde la camioneta de Rodolfo Rivas motivaban con porras al fondista.
Entrando a Teotitlán del Valle, de regreso a esta capital, Octaviano Robles sufrió un golpe de frío que lo forzó a abrigarse. En ese mismo tramo, en el amanecer del día hizo su primer cambio de tenis, siempre apoyado por el grupo de corredores.
Un nuevo cambio de temperatura afectó la condición y resistencia del atleta a la altura de Lachigoló, cuando acalorado se despojó de la sudadera.
Los también maratonistas Néstor García y Roberto Cervantes lo alcanzaron en El Tule, el primero a la desviación y el segundo en el centro de la población, junto a él entraron a El Tequio.
Los estragos de la distancia y el tiempo comenzaron a hacer efecto en Octaviano Robles al llegar a la colonia de “Las Flores”, cuando los músculos de sus extremidades inferiores empezaron a tensarse y a provocarle molestias. A partir de ahí se le fueron uniendo otros corredores más.
Pero uno de los momentos más trágicos, que lo hizo llorar, lo vivió en el kilómetro 70 –cinco horas después de iniciado el recorrido—, cuando debido a un intenso dolor en la pierna izquierda, generado por las ampollas y los calambres, estuvo a punto de abandonar la carrera.
Haciendo honor al sobrenombre que el mismo eligió, Octaviano Robles demostró su “espíritu guerrero” y, estimulado por todas las personas que física y moralmente lo acompañaron en su hazaña, decidió continuar y concluir el trayecto.
Así con lágrimas, apoyado por los brazos amigos, un difícil andar y una treintena de atletas a su lado, entró al Tequio; fueron los 27 kilómetros más duros no sólo para él, sino para todos quienes lo acompañaban y lo esperaban.Las cinco vueltas a la pista del bosque las sufrieron todos los presentes, pero finalmente a las 12:44 horas, luego de varias crisis provocadas por el cansancio y algunas revisiones a sus heridas, Octaviano Robles llegó a la meta, tomó un arreglo floral y, prácticamente desfalleciendo, colocó un arreglo floral en el busto de Vicky Galán. En el mismo lugar minutos después se develó la placa alusiva a la vida y obra de la Promotora Deportiva.
El día del reto llegó y con él la oportunidad de Octaviano Robles Cruz de pasar a la inmortalidad en la historia del atletismo oaxaqueño de la mano de su amiga y compañera Vicky Galán Rodríguez (Q.E.P.D).
Fueron ocho horas con 44 minutos de sudor, lágrimas, esfuerzo, dolor y sufrimiento; de amor propio y de valor inspirado por el recuerdo de Vicky, la presencia de su hija menor, el apoyo de las mayores, la motivación de los amigos y el honor de sus compañeros de trabajo, antes de lograr el objetivo: recorrer 100 kilómetros.
Eran las 4:00 horas de ayer cuando el promotor pochutleco Eliézer Valdés Ramírez accionó el arma con la que, junto a la corredora María Juana Asunción Chávez, realizó el disparo de salida para el ultramaratonista quien, nervioso, se dispuso a surcar el trayecto prometido en memoria de su entrañable colega.
Cuando en el cielo reinaba aún la obscuridad, el atleta se enfiló hacia Tlacolula de Matamoros, en compañía de Carlos Meneses Concha; minutos más tarde, en la desviación a Tlalixtac, hicieron acto de presencia Heladio Mora y Ariel Ramírez Jiménez, quienes montados en bicicleta siguieron fielmente los pasos del maratonista.
Detrás de él una caravana de autos, en la que amigos y familiares siguieron de cerca las históricas acciones. Marco Antonio Aguilar Montesinos, atleta y promotor deportivo, hizo esporádicas apariciones integrándose al contingente en carrera pedestre. El resto del camino lo realizó en coche, pendiente del estado físico de Robles Cruz, también Juana Asunción y Soledad Aspeitia, quienes desde la camioneta de Rodolfo Rivas motivaban con porras al fondista.
Entrando a Teotitlán del Valle, de regreso a esta capital, Octaviano Robles sufrió un golpe de frío que lo forzó a abrigarse. En ese mismo tramo, en el amanecer del día hizo su primer cambio de tenis, siempre apoyado por el grupo de corredores.
Un nuevo cambio de temperatura afectó la condición y resistencia del atleta a la altura de Lachigoló, cuando acalorado se despojó de la sudadera.
Los también maratonistas Néstor García y Roberto Cervantes lo alcanzaron en El Tule, el primero a la desviación y el segundo en el centro de la población, junto a él entraron a El Tequio.
Los estragos de la distancia y el tiempo comenzaron a hacer efecto en Octaviano Robles al llegar a la colonia de “Las Flores”, cuando los músculos de sus extremidades inferiores empezaron a tensarse y a provocarle molestias. A partir de ahí se le fueron uniendo otros corredores más.
Pero uno de los momentos más trágicos, que lo hizo llorar, lo vivió en el kilómetro 70 –cinco horas después de iniciado el recorrido—, cuando debido a un intenso dolor en la pierna izquierda, generado por las ampollas y los calambres, estuvo a punto de abandonar la carrera.
Haciendo honor al sobrenombre que el mismo eligió, Octaviano Robles demostró su “espíritu guerrero” y, estimulado por todas las personas que física y moralmente lo acompañaron en su hazaña, decidió continuar y concluir el trayecto.
Así con lágrimas, apoyado por los brazos amigos, un difícil andar y una treintena de atletas a su lado, entró al Tequio; fueron los 27 kilómetros más duros no sólo para él, sino para todos quienes lo acompañaban y lo esperaban.Las cinco vueltas a la pista del bosque las sufrieron todos los presentes, pero finalmente a las 12:44 horas, luego de varias crisis provocadas por el cansancio y algunas revisiones a sus heridas, Octaviano Robles llegó a la meta, tomó un arreglo floral y, prácticamente desfalleciendo, colocó un arreglo floral en el busto de Vicky Galán. En el mismo lugar minutos después se develó la placa alusiva a la vida y obra de la Promotora Deportiva.
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