Patricia Pacheco
A unos días de que el alcalde de Pochutla, José Manuel Ricárdez López, anunció con bombo y platillo la ampliación de la zona nudista en la franja costera de este municipio, para atraer el turismo y repuntar económicamente el lugar; la propuesta ha generado reacciones que van desde el desconcierto, la mofa, el cuestionamiento moral, la preocupación o el franco rechazo.
Sin duda, el diseño de un programa de rescate turístico, en el que se incluyan nuevas playas de la costa oaxaqueña en el catálogo de promoción a nivel estatal, nacional e internacional, es un esfuerzo plausible, pero a falta de un reconocimiento histórico, cultural y de prospectiva económica con equidad social y ambiental de los espacios que se pretenden posicionar, el planteamiento puede resultar tan carente de sustancia, que se convierte en una frágil y quebradiza estructura.
“(El plan de ampliar las playas nudistas) Se trata de medidas mezquinas, porque no tienen un arraigo en la población. A una población no se le puede imponer un concepto de consumo, aunque sea turístico, que no vaya de acuerdo con su tradición y con su historia”, consideró el escritor y filósofo Leonardo Da Jandra, quien habitó por más de 30 años la costa oaxaqueña.
El proyecto de crear casi por decreto varios Zipolites en playas poco explotadas turística y comercialmente, como lo son Tahueca, La Mina, Zapotengo, Cuatunalco, Estacahuite y Del Panteón ha generado suspicacias entre los propios pobladores de Pochutla. Para algunos, existen prioridades más urgentes que deben ser atendidas por la autoridad municipal, como la inseguridad o la cristalización de obras comprometidas en las comunidades; en otros casos, existe la percepción de que primero hay que corregir aspectos que han retrasado el desarrollo de las playas ya conocidas y tradicionales en Pochutla como lo son Puerto Ángel y el propio Zipolite.
Riesgoso, el turismo sexual
Si bien, Zipolite es desde el inicio de la década de los 70 un ícono de la libertad, lugar idealizado de la tradición hippie y una referencia obligada para el turismo que busca desinhibirse, procurarse algunos recreos sexuales y quizá fumarse un ‘churro’ de mota; no todo se remite a ese aparente paraíso de ensueño, pues en la actualidad, existen peligros que podrían no haber sido considerados:
“La idea del edil de Pochutla resulta no sólo arbitraria, sino muy riesgosa; convertir a la costa de Oaxaca en un paraíso de turismo sexual […] Ahora se permite que en las playas se exhiban los cuerpos, y eso lo hacen en Europa, pero aquí en Oaxaca se convierte en un turismo de zopilotismo sexual, de reventón, de gente que nada más anda con puro morbo. Todo esto atraería un tipo de turismo que no es necesariamente el que deseamos, el mejor”, refirió Da Jandra.
“Cuando yo llegué a Zipolite en el año 73 sí podías andar desnudo en la playa, la gente fumaba mota, pero en los años subsecuentes llegaba la judicial, violaban a las muchachas, te hostigaban para sacar mordidas, llegaban las redadas de marinos de Puerto Ángel, y ahora con el paso del tiempo se está tratando de dar una imagen muy permisiva y muy tolerante, pero esto es sólo una apariencia, porque como seres humanos estamos más esclavizados que nunca”.
Turismo ambiental y espiritual, otra opción
Las lecciones que ha dejado la instalación de desarrollos turísticos sin una verdadera planeación sustentable y de beneficio social, saltan a la vista. Huatulco y Cancún son tan sólo un par de ejemplos de que el diseño de los complejos no se realiza pensando en el equilibrio ambiental, y mucho menos en el progreso equitativo de los pobladores; se violan normas ecológicas y subsisten paralelos dos mundos opuestos; el de la opulencia de los grandes hoteles, en contraposición con los cinturones de miseria.
¿Qué hacer entonces en sitios donde existe un potencial de desarrollo turístico, aún no explotado?
Según Leonardo Da Jandra, lo conveniente sería que el turismo que se hiciera en esas playas semivírgenes fuera un turismo espiritual y ambiental, para que vayan los niños en vacaciones y se les explique lo que son los animales en extinción, lo que sucede con el cambio climático, cuál es la riqueza que existe ahí, “todo eso es un venero enorme, es turismo potenciador”, recalcó.
“El turismo sexual es muy engañoso, genera dinero fundamentalmente para una cadena de vivales que ya tiene la experiencia y en cuanto ven que eso tiene éxito vienen a poner sus antros, sus restaurantes, mientras que el micro empresario costeño no puede competir con esta gente, y esta es otra de las consecuencias del mal turismo, que pervierte las tradiciones e identidades”
Finalmente, el escritor insistió en que la idea de extender las playas nudistas en la entidad, no es más que una ‘puntada’; “son típicas actitudes de políticos sin arraigo, sin cultura”.
A unos días de que el alcalde de Pochutla, José Manuel Ricárdez López, anunció con bombo y platillo la ampliación de la zona nudista en la franja costera de este municipio, para atraer el turismo y repuntar económicamente el lugar; la propuesta ha generado reacciones que van desde el desconcierto, la mofa, el cuestionamiento moral, la preocupación o el franco rechazo.
Sin duda, el diseño de un programa de rescate turístico, en el que se incluyan nuevas playas de la costa oaxaqueña en el catálogo de promoción a nivel estatal, nacional e internacional, es un esfuerzo plausible, pero a falta de un reconocimiento histórico, cultural y de prospectiva económica con equidad social y ambiental de los espacios que se pretenden posicionar, el planteamiento puede resultar tan carente de sustancia, que se convierte en una frágil y quebradiza estructura.
“(El plan de ampliar las playas nudistas) Se trata de medidas mezquinas, porque no tienen un arraigo en la población. A una población no se le puede imponer un concepto de consumo, aunque sea turístico, que no vaya de acuerdo con su tradición y con su historia”, consideró el escritor y filósofo Leonardo Da Jandra, quien habitó por más de 30 años la costa oaxaqueña.
El proyecto de crear casi por decreto varios Zipolites en playas poco explotadas turística y comercialmente, como lo son Tahueca, La Mina, Zapotengo, Cuatunalco, Estacahuite y Del Panteón ha generado suspicacias entre los propios pobladores de Pochutla. Para algunos, existen prioridades más urgentes que deben ser atendidas por la autoridad municipal, como la inseguridad o la cristalización de obras comprometidas en las comunidades; en otros casos, existe la percepción de que primero hay que corregir aspectos que han retrasado el desarrollo de las playas ya conocidas y tradicionales en Pochutla como lo son Puerto Ángel y el propio Zipolite.
Riesgoso, el turismo sexual
Si bien, Zipolite es desde el inicio de la década de los 70 un ícono de la libertad, lugar idealizado de la tradición hippie y una referencia obligada para el turismo que busca desinhibirse, procurarse algunos recreos sexuales y quizá fumarse un ‘churro’ de mota; no todo se remite a ese aparente paraíso de ensueño, pues en la actualidad, existen peligros que podrían no haber sido considerados:
“La idea del edil de Pochutla resulta no sólo arbitraria, sino muy riesgosa; convertir a la costa de Oaxaca en un paraíso de turismo sexual […] Ahora se permite que en las playas se exhiban los cuerpos, y eso lo hacen en Europa, pero aquí en Oaxaca se convierte en un turismo de zopilotismo sexual, de reventón, de gente que nada más anda con puro morbo. Todo esto atraería un tipo de turismo que no es necesariamente el que deseamos, el mejor”, refirió Da Jandra.
“Cuando yo llegué a Zipolite en el año 73 sí podías andar desnudo en la playa, la gente fumaba mota, pero en los años subsecuentes llegaba la judicial, violaban a las muchachas, te hostigaban para sacar mordidas, llegaban las redadas de marinos de Puerto Ángel, y ahora con el paso del tiempo se está tratando de dar una imagen muy permisiva y muy tolerante, pero esto es sólo una apariencia, porque como seres humanos estamos más esclavizados que nunca”.
Turismo ambiental y espiritual, otra opción
Las lecciones que ha dejado la instalación de desarrollos turísticos sin una verdadera planeación sustentable y de beneficio social, saltan a la vista. Huatulco y Cancún son tan sólo un par de ejemplos de que el diseño de los complejos no se realiza pensando en el equilibrio ambiental, y mucho menos en el progreso equitativo de los pobladores; se violan normas ecológicas y subsisten paralelos dos mundos opuestos; el de la opulencia de los grandes hoteles, en contraposición con los cinturones de miseria.
¿Qué hacer entonces en sitios donde existe un potencial de desarrollo turístico, aún no explotado?
Según Leonardo Da Jandra, lo conveniente sería que el turismo que se hiciera en esas playas semivírgenes fuera un turismo espiritual y ambiental, para que vayan los niños en vacaciones y se les explique lo que son los animales en extinción, lo que sucede con el cambio climático, cuál es la riqueza que existe ahí, “todo eso es un venero enorme, es turismo potenciador”, recalcó.
“El turismo sexual es muy engañoso, genera dinero fundamentalmente para una cadena de vivales que ya tiene la experiencia y en cuanto ven que eso tiene éxito vienen a poner sus antros, sus restaurantes, mientras que el micro empresario costeño no puede competir con esta gente, y esta es otra de las consecuencias del mal turismo, que pervierte las tradiciones e identidades”
Finalmente, el escritor insistió en que la idea de extender las playas nudistas en la entidad, no es más que una ‘puntada’; “son típicas actitudes de políticos sin arraigo, sin cultura”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario